lunes, 1 de octubre de 2012

Me basta así

Hola chicos y chicas (3ºG y para todos en general):

Os dejo el poema de Ángel González que leímos el otro día en clase como ejemplo de canción amorosa, dentro de los subgéneros de la poesía. Se trata como vimos de un poema contemporáneo, de un autor muy conocido dentro de la lírica en castellano. También os adjunto una versión que el cantautor Pedro Guerra hizo sobre este poema, con la intervención del propio Ángel González, antes de que desgraciadamente nos abandonara.

Ángel González Muñiz (Oviedo, 6 de septiembre de 1925 – Madrid, 12 de enero de 2008).
Algunos de sus libros:
Áspero mundo, , 1956.
Sin esperanza, con convencimiento, 1961.
Grado elemental, 1962.
Palabra sobre palabra, 1965, 1972 y 1977.
Tratado de urbanismo, 1967.
Otoños y otras luces, 2001.
Nada grave, 2008, póstumo.

                                                                                    Imagen: Matías Miguel Clemente
ME BASTA ASÍ

Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,                                                              
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
—de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso—;
                                entonces,

si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando —luego— callas...
(Escucho tu silencio.
                     Oigo
constelaciones: existes.
                        Creo en ti.
                                    Eres.
                                          Me basta).

Y la canción...es preciosa, escuchadla con atención por favor:

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